De camino, nos paramos en un chiringuito de madera dónde alquilan careta y patos por 40k IDR por un día. Y ahora sí, con nuestro kit completo, ya estamos listos para sumergirnos. Llegamos a una playa perfecta, aparcamos las bicicletas y nos enfundamos careta y patos y directos al agua. Hay que decir que las playas de las Gili tienen un inconveniente y es que están rodeadas de coral, y para llegar hasta la profundidad hay que caminar bastante; lo que se hace un tanto incómodo con patos en los pies.
Y nada más llegar a la profundidad suficiente para bucear, empieza el espectáculo submarino. Es una maravilla la riqueza marina de esas aguas y a tan pocos metros de la costa. Coral, peces de todos los tamaños y todos los colores… No podíamos dejar de mirar y observar con atención todo lo que estaba pasando allí abajo. Pero ninguna tortuga se cruzaba por nuestro camino.
Y de repente vamos notando como de cada vez el agua es menos clara y como el mar de cada vez se está poniendo más movido. Olas fuertes que nos arrastran y empujan contra grandes rocas. La verdad es que a mi me dio miedo, y como se estaba poniendo de cada vez peor, preferimos volver a la costa y no correr ningún peligro por mínimo que fuera. El mar a mi me da mucho respeto. De hecho, nos costó sudor llegar hasta la orilla, porque el mar nos arrastraba para dentro.
Fue complicado llegar a la costa, sobre todo porque los últimos 20 metros, la marea era muy baja y tocábamos casi con las piernas y la barriga el suelo lleno de coral. ¡Una pena no poder disfrutar más tiempo de esta maravilla de fondo marino! ¡Y no haber podido ver ninguna tortuga! Esperamos que más tarde la cosa se calme un poco y poder volver a hacer snorkel un ratito más. Resignados, decidimos cambiar el plan de la mañana, tomaremos el sol y disfrutaremos de las playas salvajes de esta isla. De cada vez el estado del mar es peor y el viento sopla con más fuerza. ¡Oh no!
2 comentarios
Muy chulo el post, a nosotros también no encantó Gili Air, pero yo me quedo con la tranquilidad de Meno 💙
Gracias! Qué pena no haber podido conocer Meno, nos quedó esa pendiente, así que tendremos que volver!
Juanjo y Marta.