Nungnung Waterfall y Tegalalang Rice Terrace

En cuanto suena el despertador, nos damos cuenta de que es nuestro último día completo en Ubud, ¡oh no! Esto ya se que acaba y no queremos irnos… Y para terminar nuestra estancia aquí, queríamos hacerlo por todo lo alto y con un día increíble, por eso hemos preparado dos excursiones que nos hacían especial ilusión: Nungnung Waterfall y Tegalalang Rice Terrace.

Empezamos la ruta bien pronto, no queremos perder ni un minuto sin recorrer y descubrir nuevos sitios de esta preciosa isla que tan buenos momentos y tantas cosas nos está enseñando.

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Nungnung Waterfall, cascada Bali

Comenzamos el día yendo hasta la parte más salvaje y natural de Bali, vamos hasta las Nungnung Waterfall. No queríamos irnos de aquí sin visitar una cascada natural y elegimos esta porque era la que por su situación nos quedaba más cerca y la que tiene un acceso más fácil. Así que le indicamos al conductor dónde queremos ir y disfrutamos como siempre observando por la ventana todo el paisaje que nos encontramos por el camino.

Desde Ubud hasta la cascada tardamos una hora y 10 minutos, pero hay que tener en cuenta que eran sobre las 10 de la mañana y el tráfico a esa hora no estaba colapsado como de costumbre. La entrada a la Nungnung Waterfall cuenta 50k IDR (unos 3€ por persona).

Dejamos el coche y nos disponemos muy emocionados a bajar las escaleras para llegar hasta la cascada. Aquí el paisaje es diferente a todo el que habíamos visto hasta ahora, mucha vegetación, palmeras, bosque verde… ¡Una chulada! Por delante nos quedan unos 15 minutos aproximadamente de bajada por unas escaleras muy empinadas y zonas algo resbaladizas, así que es aconsejable llevar calzado cómodo.

Bajada Nungnung Waterfall

Y a medida que vas bajando, oyes más de cerca el agua. Hasta que por fin llegamos, somos prácticamente los primeros visitantes del día. ¡Toda la cascada para nosotros solos! Nos quitamos la ropa, nos descalzamos y como locos nos metemos en el agua, que por cierto estaba helada. ¡Es increíble la sensación que uno tiene al gritar con los brazos abiertos a pocos metros de una gran cascada! ¡Increíble!

Aprovechamos para hacer fotos y vídeos, y más fotos y más vídeos… Observar, sonreír, en definitiva, disfrutar de ese momento al máximo. Porque como siempre digo, puede ser que nunca vuelva a estar aquí en mi vida. Por eso me gusta aprovechar y quedarme con las sensaciones, con imágenes, con fotografías mentales de cada sitio en el que estoy y de cada momento que vivo viajando.

Y felices, recogemos todo y nos disponemos a regresar a la cima dónde nos espera nuestro conductor. Lo que no habíamos pensado cuando bajábamos todos emocionados es que esos 15 minutos de escaleras cuesta abajo, las tendríamos que subir después cuesta arriba. Cogemos aire y empezamos el camino de vuelta.

Decidimos contar los escalones mientras subimos, y cuando llegamos arriba hemos contado la friolera cantidad de 500 escalones. ¡Madre mía! Sí, había momentos en que pensaba que ya no podía más. De hecho cuando llevábamos unos 300 escalones, nos paramos en un palafito de madera ideal con unas vistas a la selva increíbles a tomar un poco de aire y a recuperarnos. Al final se te olvidan los 500 escalones y lo que has sufrido para subirlos, porque la experiencia de la cascada ha sido tan maravillosa que al final solo te acuerdas de eso. ¡Vale la pena y mucho!

Tegalalang

Una vez en el coche, nos quitamos la ropa mojada y nos ponemos prendas secas. Y a por la siguiente parada: Tegalalang Rice Terrace, una terraza de arrozales preciosa, otra de las más conocidas de Bali y como no queda muy lejos de Ubud, queremos acercarnos. Pero nos encontramos con un problema, para ir hasta allí hay que pasar por el centro de Ubud. ¡Error y horror! Nos quedamos en Ubud atascados unos 45 minutos, un tráfico impresionante. Nos acercábamos a la hora de comer, así que preferimos parar a comer en Ubud y después de comer ir hasta las terrazas de arrozales.

¿Dónde vamos a comer? Pues tiene que ser un sitio que esté cerca y justo el coche nos deja a lado del Café des Artistes. Como nos gustó mucho la cena de allí, decidimos no pensar mucho e ir directos a un sitio que seguro que acertamos. Yo me pedí un sandwich vegetal y Juanjo un cordon blue. ¡Todo muy rico como siempre!

Tegalalang Rice Terrace

Y parece que después de comer, la carretera ya está más tranquila. Ponemos el motor en marcha dirección Tegalalang, que está a unos 40 minutos aproximadamente de Ubud. Para acceder, como en todos los sitios de Bali, hay que pagar y en este caso fueron 20k IDR (1,37€). Es un pueblo muy pintoresco y lleno de tiendas tipo souvenirs pero con cosas monísimas, ropa, cajitas, elementos decorativos de todo tipo… Y sin darte casi ni cuenta, bajas unas escaleritas y allí te encuentras de repente en medio de arrozales. Muy bonito y unos arrozales diferentes a todos los que habíamos visto hasta ahora. ¡Cómo nos sorprende esta isla!

Y bajando otras escaleras a la derecha nos encontramos allí en medio un photocall monísimo con todo tipo de carteles de madera con mensajes y complementos chulísimos. Allí que nos plantamos a hacernos unas cuantas fotos, a cuál más ideal.

Fue un momento muy guai y divertido. Después del book de fotos de rigor, paseamos por los arrozales. ¡Qué maravilla de paisaje!

Callejear por el centro de Ubud

Tras el paseo, no tardamos en regresar al coche porque es nuestra última tarde en Ubud y nos apetece terminarla perdiéndonos en su mercado tradicional. Queremos ir a comprar un par de cosas y a regatear un rato. Y allí que nos plantamos. Yo me quería llevar de Bali una auténtica caja de paja pintada. ¡Y la conseguí! Y entre compra y compra, y paseo por las calles de Ubud, un rico helado de nuestra heladería favorita. Si es que después de 7 días viviendo aquí, parece que ya sea como nuestro pueblo, nuestra casa. ¡Cómo lo echaremos de menos!

Después de otro intenso día sin parar, necesitamos una buena ducha para refrescarnos y coger energía para empezar a hacer maletas. Sí, mañana por la mañana nos vamos muy pronto, así que esta noche tenemos que dejar listas las mochilas. ¡Qué pereza! Es de los peores momentos porque a estas alturas del viaje, llevas ya mucha ropa sucia y tener que volver a organizarlo todo dentro de esa mini mochila no es tarea fácil. Y con las maletas hechas, nos merecemos una buena cena. Y como es nuestra última cena aquí y queremos irnos con buen sabor de boca, hoy toca nuestra pizzería favorita de despedida: Umah Pizza. ¡Hasta nos conoce ya la dueña! Jeje Una riquísima pizza Umah y una calzone, acompañadas de una Bintang. Y de postre ya lo sabéis, una pizza de chocolate con banana. ¡Somos unos golosos y ya os habréis dado cuenta! Cena perfecta y por solo 4€, ¡qué más queremos!

Adiós Ubud

Y así termina nuestra semana en este maravilloso pueblo. Cuando me hablaban de Ubud, ya me decían el encanto que tiene y lo bonito que es, pero no te lo imaginas hasta que lo pisas y hasta que vives en él. Nosotros estamos muy felices de haber elegido este rincón como nuestro punto neurálgico de nuestra estancia en Bali, porque de verdad que sus calles, su gente, sus tiendas, sus paisajes…

Es un lugar diferente y único, con una energía súper especial. Así que si vais a Bali de viaje, ni os lo penséis, Ubud tiene que estar sí o sí en vuestra ruta. Es un punto obligado en el que pasar varias noches. ¡Os atrapará! Nosotros ya soñamos con volver y todavía no nos hemos ido.

Bueno, mochilas listas porque mañana por la mañana abandonamos la Isla de los Dioses y ponemos rumbo a las Islas Gili, ¿cómo serán? ¿Qué nos encontraremos allí? ¿Veremos tortugas marinas? La verdad es que vamos en busca de un poco de vida en chanclas, playa, relax, mar, chill out… ¡Descansar, porque llevamos 13 días sin parar! Nos vemos mañana en las Gili.

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